LLena estos corazones
Christopher West
Feliz y Santo año nuevo.
De nuevo retomamos nuestra andadura en la selección de lecturas que ensanchen y dirijan nuestro corazón a Dios.
Hoy os queremos presentar un libro que nos han regalado los Reyes Magos (como buenos “sabios”): un libro para jóvenes, mayores, matrimonios, novios, padres de familia… y, por supuesto, para consagrados, sacerdotes y religiosas.
Como quizá muchos sabéis, La Teología del Cuerpo (TDC) es el mensaje de las catequesis que escribió e impartió el Papa San Juan Pablo II entre 1979 y 1984, como respuesta bíblica a la crisis de la revolución sexual de los años 60, la cual ha llevado a las generaciones posteriores a encontrarse en una profunda crisis de identidad. Así, la propuesta de Juan Pablo II constituye una manera de encontrar el sentido de la existencia humana y de amar nuestra condición de hombres o mujeres en un contexto como el actual, lleno de confusión.
Christopher West es el mayor divulgador de la Teología del Cuerpo en EEUU y en España y colabora con el Instituto Desarrollo y Persona. Muchas de las enseñanzas se pueden encontrar resumidas en el libro que hoy presentamos “Llena estos corazones: Dios, sexo y el anhelo universal” .
Quizá hemos sido educados en “un ayuno estricto” en cuanto a los deseos de todo tipo (especialmente nuestros deseos sexuales). El mensaje principal era: «Tus deseos son malos; solo te van a meter en problemas; tienes que reprimir todo eso y seguir estas reglas». No es de extrañar que ante este panorama muchos decidieran pasarse rápidamente a la “dieta de comida basura” de nuestra sociedad actual, una dieta que nos promete una satisfacción inmediata de los deseos pero que conduce a la adicción, al vacío, a las relaciones rotas y heridas, a la alienación y a la desesperación.
A veces se ha de pasar por ambas dietas (ayuno total y dieta de comida basura) para saber que se puede morir de hambre, pero también de intoxicación por la comida. Y es en ese momento cuando nuestro corazón grita y sufre.
San Juan Pablo II, a través de su TDC, fue la primera persona que dijo que el cristianismo no consiste en morirse de hambre. Es una invitación a la satisfacción del grito más profundo del corazón -un grito que con razón llama eros- en la eterna felicidad del Matrimonio en Cristo y en la Iglesia.
Como dijo Benedicto XVI, lo que se necesita es una pedagogía adecuada del deseo. Según el autor de este libro, Dios nos dio el eros (deseo) para que fuera como el combustible de un cohete que tiene el poder de lanzarnos a las estrellas, al infinito. Sin embargo, hay un enemigo que está empeñado en “desorientar” a nuestros cohetes. Y eso es lo que le ocurrió al eros con el pecado original, se confundió y perdió la dirección. Es por eso que muchos de nosotros salimos al mundo en busca de felicidad y satisfacción, pero nos sale el tiro por la culata. La buena noticia es que Cristo no vino al mundo para condenar a los cohetes «desorientados”; Cristo vino al mundo para redirigir nuestros cohetes hasta las estrellas, es decir para apuntar en la dirección correcta.
La Biblia comienza con un matrimonio humano en un paraíso terrenal, pero termina con Matrimonio de Cristo y la Iglesia eternamente en el paraíso. Solo este Matrimonio eterno provee el cumplimiento completo del eros. El amor humano y el matrimonio terrenal pueden ser un hermoso signo de esa realidad eterna, un presagio de lo que realmente deseamos. Un atisbo de lo que nos espera en nuestra meta que es el cielo.
No obstante, no debemos esperar que ese profundo «dolor» por el amor y la unión en nuestros corazones sea siempre satisfecho en esta vida. Ni siquiera la más bella de las relaciones humanas es capaz de acabar con ese dolor. San Agustín lo dijo mejor: «Nos has hecho para ti, Señor, y nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en Ti». Si realmente pudiéramos dejar que esa verdad nos calara y nos transformara, estaríamos mucho menos decepcionados y desilusionados en esta vida, independientemente de nuestro estado.
Para terminar, queremos trasmitir que este libro también puede ser de gran luz para los alejados ya que todos queremos sentirnos amados y amar. Está inscrito en nuestros corazones.
Todos estamos buscando algo. Todo el mundo tiene esa sed que estamos tratando de saciar. Según palabras del difunto Mons. Albacete: «La religión es o la búsqueda de la satisfacción de los deseos originales del corazón humano, o es una pérdida de tiempo dañina, divisiva y peligrosa».
Os animamos a descubrir nuestros deseos, redirigirlos según el plan de Dios y apuntar hacia nuestra meta última que es el cielo.
¡Feliz mes de Enero!