DIOSES ROTOS

Los siete anhelos del corazón humano.

Gregory K. Popcak

“El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres”.

Santo Tomás de Aquino.

Esta frase, junto con el título del libro, resume de una forma muy representativa, a lo que estamos destinados.  Hemos sido salvados para algo: “para hacernos divinos”. Y esta idea que parece una locura, no la decimos nosotros, sino que la dice nuestro autor.

Habitualmente estamos acostumbrados a vernos rotos, fracasados y frustrados, pero, cuando Dios nos mira, ve algo mucho más hermoso, más asombroso y más extraordinario de lo que podemos hacernos una idea. Cuando Dios nos mira, ve en nosotros un potencial enorme y precioso, siendo ésta una verdad oculta capaz de trasformar nuestras vidas.

A través de la encarnación de Jesús, Dios inició el proceso de sanación de nuestra fragilidad.  Fue necesario que se hiciera carne, para introducir un rescoldo de su divinidad en el corazón de la creación, y con esa chispa divina, comenzó a fundir y a enderezar nuestros corazones, refinándonos y convirtiéndonos en el oro puro que quiso que fuéramos desde un principio.  Pero esa conversión necesita de nuestra aceptación.

Dios nos invita continuamente porque, como bien decía San Agustín, “nuestro corazón está inquieto hasta que descansemos en Dios” ¿Y cómo somos conscientes de esa inquietud hasta nuestro descanso en Dios? A través de la necesidad y de la satisfacción de nuestros deseos o anhelos divinos.

Esa ansia insaciable de nuestros corazones, por equivocada que sea, es sumamente importante, porque existe para indicarnos el camino de regreso a Dios.

Descubrir los siete anhelos divinos del corazón humano nos proporcionará un medio para escapar de la trampa de intentar ser bueno y fracasar. Estos siete anhelos divinos actúan con tanta fuerza en nosotros, que Satanás hace todo lo que puede en mantenerlos escondidos a través de los siete pecados capitales, y la Iglesia nos ha ofrecido desde sus inicios las siete virtudes como antídoto de los mismos. Pero estas virtudes no son tanto un arma contra el pecado, sino un medio para hacer que el pecado sufra un desgaste mediante la satisfacción de nuestros anhelos divinos. Cuanta más energía dedicamos a identificar y colmar nuestros anhelos divinos practicando las virtudes, menos sentimos la necesidad de pecar.

La tabla siguiente nos ofrece una vista rápida de la relación que existe entre los siete anhelos divinos, los siete pecados capitales y sus siete virtudes contrarias.

Este pecado capital… … desvirtúa el anhelo divino de… ..que solo puede satisfacer esta virtud
SOBERBIA

ENVIDIA

IRA

PEREZA

AVARICIA

GULA

LUJURIA

ABUNDANCIA

DIGNIDAD

JUSTICIA

PAZ

CONFIANZA

BIENESTAR

COMUNION

HUMILDAD

AMABILIDAD

PACIENCIA

DILIGENCIA/FORTALEZA

GENEROSIDAD/CARIDAD

TEMPLANZA

CASTIDAD

Os animamos a todos a leer el libro. Puede darnos mucha luz para trasmitir a los demás el cristianismo, no como un camino de prohibiciones, sino como un camino de plenitud.

Dios nos habla a través de nuestros deseos y/o anhelos divinos, y aunque a menudo nos equivocan de senda, pueden ser con la gracia de Dios los motores que impulsen nuestro camino hacia la Patria celestial.

En palabras de Benedicto XVI ¨No se trata de sofocar el deseo que existe en el corazón del hombre, sino de purificarlo, sanarlo y liberarlo, para que pueda alcanzar su verdadera altura ¨(2012).